
La tensión entre el equipo austríaco y los medios más importantes de Gran Bretaña está en su punto más alto de conflictividad. Hasta Amanda Newey quedó en el centro de esta polémica. No le perdonan ni a Red Bull ni a Max el título del 2021 aunque se escuden en el techo presupuestario. La memoria selectiva del periodismo inglés.
La prensa británica siempre es difícil, no importa si es la amarilla o los medios serios. Se manejan con una altura moral que pareciera que jamás escondieron la basura que guardan bajo la alfombra. Y esto abarca desde justificar guerras, promover invasiones, agitar golpes de estado en países con muchísimos recursos naturales, meterse en la vida privada de las personas o el chauvinismo deportivo con el cual se manejan.
Diego Armando Maradona los dejó en evidencia con ese maravilloso acto de ilusionismo que fue la Mano Dios en el mundial 86, el mayor engaño jamás perpetrado en una cancha. Los medios ingleses siempre pregonaron que nuestro dios pagano hizo trampa, lo cual es cierto pero se olvidan del papelón sucedido en el viejo estadio de Wembley con el gol de Geoff Hurst en la final del mundial 66 ante Alemania Federal.
Memoria selectiva le llaman a esto ya que Diego Armando Maradona engañó a todos en ese caluroso mediodía mexicano de 1986 pero el gol no-gol en Wembley sólo existió para los árbitros…
El periodismo actual está a años luz de lo que fue en algún momento. Nada de investigaciones serias, hay demasiada posverdad en sus notas y editoriales donde abundan los discursos de odio matizados por una pátina de indignación con el único fin de lograr imponer su verdad para lograr mayores réditos económicos. Ese chauvinismo mezclado con doble moral llevó a medios como The Race o Planet F1 a pedir que le quiten el título a Max. Incluso Ted Kravitz (un tipo que sabe eso de exagerar para buscar notoriedad y clicks) dijo que a Lewis lo habían robado. Por eso fue el boicot de Red Bull a Sky Sports durante el Gran Premio de México con Max a la cabeza.
Ahora fue el turno de The Times que decidió meterse de lleno en esta polémica y ensayar una defensa corporativa a Sky por la negativa de Red Bull a no darles más entrevistas. Para ello denigraron a Christian Horner al definirlo como un perdedor y como alguien que no sabe actuar bajo presión entre otras bellezas…
Claro que esto no lo hacen por un estricto sentido de justicia (aunque está disfrazado del mismo) sino para defender a uno de los suyos tal como es el caso de Lewis Hamilton. Porque ante todo Lewis es inglés y perdió el título frente a un piloto neerlandés y a una escudería austríaca.
Hamilton es un gran campeón (aunque no entra en el top five de este ranking) pero de ningún modo fue timado en Abu Dabi 2021 ni tampoco se quedó sin título porque Red Bull haya roto el techo presupuestario en ese año, lo cual es una verdad a medias porque Shaila-Ann Rao le cambió las reglas de juego al equipo austríaco apenas asumió como Jefa de Monoplazas de la FIA ya que Red Bull había entregado la documentación dos meses antes que Rao tomara esa decisión con los papeles en la mano.
Las diferencias entre la entidad con sede en París y el equipo de las bebidas energéticas son solamente de criterios contables y por unos dos millones de euros que si se aplicara el mismo punto de vista con el cual Red Bull realizó su informe quedaría dentro del techo. Bueno, a la prensa inglesa no le importa nada de nada y ante una leve infracción pidieron el mayor rigor posible en la sanción. ¿Quién quedaría como campeón si a Max le retiran el título? ¡Bingo! No hace falta ni nombrarlo…

El tweet de Amanda Newey donde mostró su indignación
¿Qué te capacita a juzgar mi estado mental, la salud mental de mi marido o el de cualquier miembro de la familia de Red Bull? Cuando llevas un año de abuso y ni siquiera trabajas para el equipo, te desgasta. Provocar a los aficionados con periodismo tóxico agrava el problema.
La esposa de Adrian Newey escribió esto en su cuenta personal de Twitter

Mirar para otro lado…
La prensa inglesa tiene la mala costumbre de mirar todo con una doble vara. Son sencillamente hipócritas donde solamente buscan que sus protegidos queden bien parados. Mercedes hizo en 2013 un test secreto e ilegal en el circuito de Montmeló para probar las cubiertas Pirelli. Fueron descubiertos y la sanción fue un chiste debido a que obtuvieron información valiosa sobre los neumáticos. La prensa británica hizo mutis por el foro pero en el 2019 le cayeron con todo a Ferrari aún antes que el equipo italiano se cansara y aceptara el famoso acuerdo secreto. Para ellos era culpable desde el mismo momento que se conoció el rumor.
Esa misma prensa defendió a capa y espada la legalidad del motor cohete que utilizó Mercedes en Brasil 2021 sin ponerse colorada cuando el equipo de las bebidas energéticas sólo pregunto a la FIA por él. En el mismo momento que se filtraron los primeros rumores sobre el rompimiento presupuestario por parte de Red Bull este mismo periodismo salió a pedir que le quitasen el título a Max. Lo que pedían equivale a matar un mosquito con un misil, así de ridícula fue esa petición.
Primero odiaron (y hasta amenazaron de muerte) a Nicholas Latifi, luego Michael Masi fue el objeto de descarga de sus frustraciones, más tarde trataron de desprestigiar el campeonato obtenido por Max y por último le cayeron con todo a Red Bull por el techo presupuestario. Y todos estos movimientos fueron incentivados mediante notas, entrevistas y redes sociales.
Esta guerra no conduce a ninguna parte ya que Red Bull lógicamente dejará de darles notas a los medios que los sigan acosando de manera injustificada. Si la FIA y el equipo austríaco se pusieron de acuerdo en la culpabilidad y en la sanción recibida la prensa debe investigar e informar sobre los entretelones de dicha sentencia pero prefieren sacar a relucir un chauvinismo deportivo decadente que sólo trae más odio transformándose en un círculo vicioso. Red Bull fue declarado culpable pero el primer paso para terminar con esta locura lo debe dar la prensa. ¿Estarán dispuestos a hacerlo?

Fotos: gentileza Mercedes AMG F1, Prensa AFA y Red Bull Racing.