
Ferrari se había preparado con la F1/87/88C para pelear por ambos títulos en 1988 pero el amplio dominio del McLaren MP4/4 (ganó 15 de las 16 carreras de la temporada) les hizo sumar una nueva humillación. La única derrota del equipo de Ron Dennis se produjo en Monza ya que Gerhard Berger ganó la competencia a casi un mes del fallecimiento del fundador del equipo italiano.
Enzo Anselmo Giuseppe Maria Ferrari había fallecido el 14 de agosto de 1988 a los noventa años de edad luego de pasar más de sesenta años en el mundo de las carreras y de haber fundado el equipo de automovilismo más emblemático de todos los tiempos, la Scuderia Ferrari. Y este relato se trata del último auto de Fórmula 1 que Il Drake vio con sus ojos, la bellísima F1/87/88C.
La Fórmula 1 tiene demasiados hechos que trascendieron a su historia y quedaron instalados en el inconsciente colectivo de todos los aficionados al deporte. El 11 de septiembre de aquel año ocurrió uno de esos momentos que traspasaron a su época y llegaron con fuerza hasta la actualidad. Ese día, y contra todo pronóstico, Gerhard Berger ganó una de las carreras más emblemáticas de la historia de la categoría seguido por su compañero de equipo Michele Alboreto. Hasta ahí no hay nada de extraordinario…
McLaren dominaba aquella temporada con puño de hierro y había llegado a las tierras de Dante con once victorias en igual cantidad de grandes premios y nada hacía prever que las cosas en Monza fuesen distintas. La lógica indicaba que el ganador de la prueba estaría entre Alain Prost y Ayrton Senna Da Silva y que cualquier otro rival, incluidos los pilotos de Ferrari, no era bienvenido a esa fiesta pero don Enzo metió la mano desde el cielo y no permitió que nadie se entrometiera en aquel festejo donde los tifosi celebraron su vida.
Para entender mejor lo sucedido aquel día en el Autodromo Nazionale di Monza voy a hacer un paralelismo con el fútbol. Antes del partido de Argentina con Arabia Saudita por el mundial Qatar 2022 absolutamente nadie en su sano juicio apostaba un dólar por un triunfo de los dirigidos por el francés Hervé Renard. Ya todos conocemos lo que pasó.
McLaren era en 1988 esa selección argentina en la previa de ese encuentro, no había lugar para otra opción que no sea el triunfo. Los tifosi se sentían derrotados aunque murmuraban entre dientes que tal vez Il Commendatore haría algo desde el cielo para darles una última alegría aunque vencer a Magic y al Profesor, dos de los mejores pilotos de la historia de la Fórmula 1, parecía más una utopía que una posibilidad concreta. Incluso hasta la visceral y apasionada prensa italiana creía que solamente un milagro podía revertir la situación en Monza.

Todo favorecía a McLaren…
El equipo italiano había terminado bien el año en 1987 con dos triunfos de Gerhard Berger en Japón y en Australia y por ello en Maranello creían que lucharían por el campeonato en 1988 contra los poderosos Williams que habían cambiado la motorización turbo de Honda con la cual Nelson Piquet había conseguido su tercer y último título por el motor aspirado de Judd. Nadie tuvo en cuenta a McLaren y a su dominante MP4/4.
La temporada 1988 fue un calvario no sólo para Ferrari sino para el resto de los equipos ya que jamás pudieron poner en peligro el dominio de McLaren. A favor de la casa de Maranello hay que decir que si bien la F1/87/88C estaba por detrás del MP4/4 era claramente el segundo mejor auto de la grilla. Aún así no habían podido poner en jaque al equipo de Woking en las once carreras que precedieron al Gran Premio de Italia de aquel año.
Al final del campeonato el equipo regenteado por Ron Dennis en aquellos años se había quedado con quince grandes premios sobre dieciséis carreras disputadas, lo cual le dio a McLaren el mayor porcentaje de victorias conseguidas en una misma temporada en toda la historia de la Fórmula 1, el 93,75 % la cual sigue siendo la marca más alta establecida en la categoría. Red Bull, treinta y cinco años después, puede conseguir el récord de victorias totales en el año.
Con ese panorama nada hacía pensar que Ferrari con su F1/87/88C podía quitarle el largo invicto que ostentaba el MP4/4. Incluso habían marcado la pole en Monza con Ayrton Senna seguido de Alain Prost, Gerhard Berger y Michele Alboreto. El fin de semana pintaba horrible para los italianos…
Don Enzo metió la mano…
La primera carrera que debieron correr los hombres de la Scuderia tras el fallecimiento de su fundador fue en el mítico trazado de Spa Francorchamps el 28 de agosto de 1988 donde terminaron abandonando los dos autos rosso corsa. La revancha podía llegar en Monza pero nadie creía que realmente Ferrari tuviera opciones claras de victorias en El Templo de la Velocidad.
La primera sorpresa ocurrió en la vuelta 35 cuando Alain Prost debió abandonar por la rotura de su motor. Ese fue el primer abandono del MP4/4 por avería mecánica en la temporada. El Profesor, viejo zorro él, viendo que su motor estaba herido en las primeras vueltas aceleró su ritmo con el objetivo que el líder Senna aumentara el suyo y gastase más combustible lo cual les daría chances a los otro rivales de poder alcanzar al brasileño sobre el final de la carrera. Los autos con motores turbos de aquella temporada cargaban treinta kilos menos de combustible que los monoplazas de motor aspirado, 150 kilogramos contra 180. Primer milagro de Il Commendatore.
La segunda sorpresa de la jornada ocurrió cuando ya quedaban sólo dos giros para el final de la carrera y las Ferrari ya habían limado veinte de los veinticinco segundos de ventaja que tenía Ayrton sobre Berger. El brasileño no tuvo mejor idea que superar a dos rezagados, su compatriota Mauricio Gugelmin y al francés Jean Louis Schlesser (reemplazante de Nigel Mansell y de Martin Brundle) en el final de la recta principal y el inicio de la Variante del Retiffilo.
A Gugelmin lo pasó sin problemas pero con Schlesser fue un desastre ya que el francés se corrió para dejar pasar al puntero pero Ayrton se demoró en hacerlo y Jean Louis debió volver a la pista y chocaron. Senna abandonó por la rotura de la suspensión delantera derecha mientras los ochenta mil tifosi mostraban su algarabía en las tribunas. Segundo milagro de Il Drake.
Gerhard Berger y Michele Alboreto (quienes debieron cuidar el consumo de combustible en la primera parte de la carrera) marcharon serenamente hacia la bandera a cuadros. La orden de equipo había sido clara y y contundente y por eso le habían pedido a Alboreto que no atacase a Berger y el piloto italiano, que estaba viviendo sus últimos días en Ferrari, las acató como el caballero que era. Con una ayuda desde el cielo todos pudieron celebrar la vida de Enzo Ferrari como se lo merecía: ganando.

Fotos: gentileza McLaren, Prensa Fórmula 1 y Scuderia Ferrari.