
La tensión va en aumento entre los dos pilotos de Red Bull. La desconfianza prima entre ellos. Max no sabe perder y Checo está dispuesto a pelear. Un problema difícil de resolver para Christian Horner.
La enorme victoria conseguida por Sergio Pérez en Arabia Saudita puso blanco sobre negro dentro del equipo de las bebidas energéticas. Los gestos (o mejor dicho la falta de ellos) por parte de Jos Verstappen cuando quedó en medio de los festejos de Checo con sus mecánicos, los team radios y las posteriores declaraciones del bicampeón del mundo muestran que la relación entre ellos no pudo volver jamás al punto anterior a Brasil 2022.
Y aquí no sólo hay que analizar el triunfo del piloto oriundo de Guadalajara sino la forma en que lo consiguió. Sus detractores dirán que lo hizo porque Max arrancaba desde la decimoquinta posición (como si fuese culpa de Checo que Verstappen haya tenido un problema con su RB19, son carreras de autos y estos se rompen) sin atender otro tipo de lógica. En la Fórmula 1 no existen los si “hubiese pasado” sino los hechos concretos. Y lo único real que sucedió en Jeddah fue que Sergio llegó primero a la bandera a cuadros con una ventaja de 5.355 segundos sobre el piloto neerlandés. Los supuestos son parte de una novela de ciencia ficción.
La contundencia y determinación mostradas por Checo fueron lo que más irritó al clan Verstappen. Lo sucedido en Jeddah es casi una declaración de guerra para ellos. Para peor Max decidió buscar el punto extra de la vuelta rápida en el último giro para que Pérez no tenga reacción alguna. No es la primera ni la última vez que se vio en la Fórmula 1 un trato así entre compañeros pero lo novedoso es que el piloto mexicano parece decidido a pelear por el título con su compañero de equipo.
El bicampeón del mundo ya demostró en cuanta oportunidad tuvo que no le gusta perder jamás pero en lugar de asumirlo como un deportista profesional lo hace como un niño de cinco años encaprichado. El fracaso es parte del éxito en el deporte en general y la Fórmula 1 no es la excepción a la regla. Ser un campeón en todo el sentido de la palabra no es festejar como loco en la victoria sino en ser digno en la derrota. Hay maneras y maneras de perder…

Max no se calla nada…
Dentro del equipo todos están contentos pero yo no lo estoy ya que no estoy aquí para ser el segundo especialmente cuando trabajás muy duro también en la fábrica para estar seguro que llegás en buen estado y básicamente para asegurarme que todo esté en orden y luego tenés que hacer una carrera de recuperación, que me gusta, quiero decir que no me importa hacerlo pero cuando estás luchando por un campeonato y parece que es entre dos autos entonces tenemos que asegurarnos que los dos coches sean confiables.”
Declaraciones del bicampeón en la conferencia de prensa de la FIA

La encrucijada de Red Bull
Por ahora son chicanas que se hacen por radio o alguna que otra declaración reclamando al equipo o a su compañero y no pasa de allí pero en cualquier momento se rompe ese dique de contención y comenzarán los problemas en pista. O no si es que Christian Horner y Helmut Marko logran encarrilar la situación y evitan que sus pilotos terminen como Lewis Hamilton y Nico Rosberg en España 2016 o como Ayrton Senna y Alain Prost en Japón 89. Lo complicado será lograr esa armonía dentro de la escudería y que ambos corredores sepan jugar en equipo independientemente de quien gane el título.
Y allí comenzará el choque de egos: ¿Max aceptará que su principal rival sea su compañero de equipo? ¿Checo hará caso a las órdenes de equipo o seguirá mostrando una actitud rebelde? Es tan dominante el RB19 que no se vislumbra que Fernando Alonso pueda pelear en serio contra los pilotos de la escudería austríaca. Ni siquiera la sanción por romper el techo presupuestario pudo hacerle perder rendimiento a la genial creación de Adrian Newey. Es deber de Red Bull asegurar que sus pilotos puedan pelear libre y limpiamente por el título, es la mejor manera de evitar un conflicto entre ellos que termine con varios incidentes en pista, abandonos y pérdida de puntos que le puedan costar el Campeonato de Constructores.
Claro que el equipo de Milton Keynes también puede tomar la decisión de boicotear a Checo tal como le sucedió a Carlos Reutemann con Williams en 1981. El piloto argentino tenía mucho más talento que varios campeones de aquella época como Jody Scheckter, Alan Jones o Keke Rosberg pero no pudo coronarse campeón. En ese sentido Checo lleva las de perder. Red Bull deberá decidir que le importa más temprano que tarde porque si no la reacción, una vez consumados los hechos en pista, tal vez no sean suficiente para detener esta pelea interna.

Fotos: gentileza Red Bull Racing.