
El equipo de Maranello tiene un comienzo de año complicado. Los desafíos de Fred Vasseur. Lo urgente le gana a lo importante día tras día. La italianidad del equipo no es un capricho. ¿John Elkann y Benedetto Vigna son las personas adecuadas para la Gestione Sportiva?
No son horas fáciles para la Scuderia ya que el comienzo de temporada no es el imaginado por ellos. Vivir de crisis en crisis, de purga en purga y de reestructuración en reestructuración no es bueno para nadie. Esta peculiar manera de gestionar a la escudería más emblemática de todos los tiempos se llevó puestos en los últimos cincuenta años a pilotos como Niki Lauda, Carlos Reutemann, Alain Prost, Jean Alesi (una eterna promesa que jamás pudo despegar), Fernando Alonso y Sebastian Vettel entre otros. Nunca se vive en paz en Maranello.
Fred Vasseur tiene varios frentes abiertos ya que se encontró con una auténtica caja de Pandora ni bien asumió sus funciones el pasado 9 de enero. La SF23 tenía unos datos promisorios en el túnel de viento que luego quedaron en la nada por el vacío técnico que se produjo en el equipo entre la dimisión de Mattia Binotto en noviembre del 2022 y la asunción del ingeniero francés. Carlos Sainz aseguró que el auto se comporta de acuerdo a lo previsto en el túnel de viento y que por ende ya saben donde comenzar a buscar soluciones.
A todo esto hay que sumarle el reordenamiento interno dentro del equipo, la remoción de gente clave identificada con Mattia Binotto como David Sánchez, el incipiente hartazgo de Charles Leclerc y una cúpula entrometida que literalmente odia las carreras de autos. ¿Cómo es posible pensar en ganar con todo este combo tóxico?
Jean Todt (otra persona de grandes conocimientos que fue despreciada por John Elkann y Benedetto Vigna) siempre tuvo una dirección clara para armar un equipo ganador. Y un presidente que lo banque en las malas tal como hizo Luca Cordero Di Montezemolo (otro ninguneado por el tandem Elkann-Vigna) cuando los resultados no aparecían y ver campeón mundial a Michael Schumacher vestido de rojo era más una utopía que una posibilidad concreta.
Nada de eso sucede ahora y el futuro ni siquiera asoma como incierto sino que tiene grandes posibilidades de teñirse de negro. Y aquí no tiene nada que ver la capacidad de Fred Vasseur sino las decisiones tomadas por Benedetto & John, dos tipos que sabrán vender autos (los balances de Ferrari no me dejan mentir) pero que no tienen la más pálida idea del manejo de un equipo de Fórmula 1.

¿Esta gente ama a Ferrari?
Pareciera que no por la forma en que hacen las cosas. Ferrari vive de crisis en crisis desde la muerte de don Enzo el 14 de agosto de 1988 salvo en el periodo en el cual Ferrari era presidida por Luca Cordero di Montezemolo y la Gestione Sportiva estaba bajo el mando de Jean Todt. Claro que las cosas tampoco eran fáciles en el equipo cuando vivía Il Commendatore.
El hombre de anteojos oscuros se peleó con Niki Lauda, John Surtees, Juan Manuel Fangio y Mauro Forghieri entre otros notables pero la diferencia con Benedetto y John es que amaba las carreras y sus autos. Estos muchachos solamente aman los balances contables positivos.
Ferrari fue un equipo de carreras que vendía autos deportivos para financiar a la Gestione Sportiva mientras Il Commendatore estuvo vivo pero ahora es una empresa que fabrica superdeportivos y además participa en la F1. Un cambio de paradigma total. Y Piero Ferrari (tiene el 10 % de la empresa que fundó su padre pero es vicepresidente no ejecutivo, por lo tanto no puede tomar decisiones) está atado de pies y manos ante la intromisión del presidente y del CEO de Il Cavallino Rampante.
Hoy por hoy las cosas son muy distintas. Una de las claves para que Ferrari vuelva a ser un equipo ganador pasa por quitar a la Gestione Sportiva de la influencia de Ferrari fábrica de autos. Este departamento, que compite en Fórmula 1 y en el WEC, debe ser manejado por gente que entienda de carreras y que tenga la pasión que transmitía don Enzo. El mejor activo de Maranello es su escudería y deberían cuidarla como tal algo que parecen no hacer ni John Elkann ni Benedetto Vigna.

La italianidad no es un capricho
Que Ferrari haya decidido ser un equipo netamente italiano no es una casualidad. Su fábrica está en Maranello, en la provincia de Módena y manejar un equipo de Fórmula 1 desde allí es más complicado que teniendo una base en Inglaterra como hacen siete de las nueve escuderías restantes de la Fórmula 1.
Mercedes es alemana y está en Brackley, Red Bull es austríaca y tiene su sede en Milton Keynes, Alpine es francesa y está radicada en Endstone y Haas tiene su base en Banbury aunque su sede central está en Kannapólis (Estados Unidos) y tiene un edificio en Maranello para utilizar el túnel de viento de Ferrari. McLaren, Williams y Aston Martin son inglesas y tienen su sede allí.
Así y todo Ferrari es la única escudería que participó de todas las ediciones del campeonato de Fórmula 1 desde su creación en 1950 y ostenta la mayor cantidad de títulos, quince de pilotos y dieciséis de constructores. Los números no mienten en este caso. Todo ello logrado desde su base en Italia.
No es lo mismo cambiar el recorrido habitual desde Milton Keynes a Silverstone, como en el caso de Dan Fallows, que directamente mudarse a un país que tiene otras costumbres como es el caso de Italia. Llevar a los mejores ingenieros significa para Ferrari hacer una oferta monetaria mayor lo cual se traduce en un incremento de sus costos.
Formar el equipo inglés que propicia Jean Todt elevaría de manera dramática los gastos del equipo italiano. Podrán tener parte de su personal oriundo de otros países pero la base debe seguir siendo italiana para equilibrar los costos. Ferrari no puede trasladarse a Inglaterra para ser un equipo competitivo. Ganó todo desde su sede en Maranello y deberá encontrarle la vuelta a este asunto para ser nuevamente una escudería exitosa.
En 1973 probó con un chasis construido en Inglaterra por TC Prototypes bajo la dirección de John Thompson para la 312 B3 y no le fue nada bien. Como resultado de ese fracaso Mauro Forghieri se hizo cargo nuevamente de la dirección técnica del equipo y allí nació la gloriosa serie 312 T que le reportaron tres campeonatos de pilotos (Lauda 1975 y 77 y Scheckter 1979) y cuatro de constructores (1975, 76, 77 y 79). Ferrari es cien por ciento italiana, es parte de su identidad. Hay que ver si la idea de Fred Vasseur para reclutar personal que no sea italiano finalmente cuaja y logra sacar al equipo adelante.

Cuando lo urgente le gana a lo importante
Apenas van dos carreras de la temporada 2023 y en Ferrari declaran que están teniendo el comportamiento esperado. Y tales afirmaciones se derrumban como un castillo de naipes cuando la misma escudería anuncia que llevarán una gran actualización a Imola. Nuevo tren delantero, nuevo piso, nueva suspensión trasera y un posible cambio de pontones amigables con su filosofía aerodinámica dan cuenta que Vasseur & compañía no están nada satisfechos con el monoplaza actual. Más que una actualización es más bien un profundo rediseño de la SF23.
Ganar es obsesión en Maranello pero ello puede llevar al equipo a cometer equivocaciones por la urgencia de hacerlo. Debieron levantar la altura del auto para combatir nuevamente al porpoising con la consecuente pérdida de carga aerodinámica y el desgaste prematuro de sus neumáticos. Redujeron el drag pero empeoraron el marsopeo.
Ahora buscan corregir este punto para seguir siendo el segundo equipo tal como lo fueron en el 2022. Bajar la altura del monoplaza al mínimo para que así pueda trabajar de acuerdo a los datos arrojados durante el receso por el túnel de viento es primordial y en eso anda ocupado Enrico Cardile.
Fred Vasseur se encontró con una auténtica caja de Pandora cuando arribó al equipo italiano. Ahora está tratando de corregir sus falencias pero además tiene que lidiar con gente entrometida que no debieran meterse con su trabajo pero la historia de Ferrari es así, de la comedia a la tragedia siempre hay un solo paso.

Fotos: gentileza Scuderia Ferrari.